
El problema
Millones de seres humanos se encuentran en grave riesgo debido a migraciones catastróficas. Hay más de 65 millones de seres humanos forzados a desplazarse en todo el mundo: el equivalente a todos los hombres, mujeres y niños de Lagos (16m), San Pablo (12m), Seúl (10m), Londres (9m), Lima (8,6m), Nueva York (8,5m) y Guadalajara (1,4m), que recogen aterrorizados sus magras posesiones y escapan hacia lo desconocido. http://www.unhcr.org/en-us/statistics/unhcrstats/576408cd7/unhcr-global-trends-2015.html.
La mayoría de aquellos que buscan refugio son personas desplazadas internamente (IDP en inglés), no son refugiados que atraviesan formalmente las fronteras internacionales. Por otra parte, aproximadamente 9 de cada 10 personas que buscan asilo se instalan en un país vecino, los asiáticos se quedan en Asia, los africanos en África, los americanos en las Américas.
Las migraciones son complejas y multi-determinadas. Se producen por factores socio-económicos y demográficos, por la guerra y el terror. Entre las causas se incluyen también modelos culturales, prácticas sociales, procesos políticos, degradación ambiental y riesgos naturales. En las últimas décadas el cambio climático está emergiendo como una fuerza mayor.
El grupo discutió alarmado el hecho de que los desplazamientos internos asociados con conflictos y violencias han seguido creciendo desde los comienzos del milenio y los datos recogidos en 2015 representan los índices más elevados hasta ahora. Se ha notado que en el Asia menor, más que en todo el resto del mundo combinado, es donde existe el mayor número de seres humanos desplazados por la guerra y el terror. Sólo en 2015 Siria
[1], Iraq y Yemen representaron más de la mitad de todos los IDPs
[2].
De la misma manera, más de la mitad de todos los refugiados bajo el mandato del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR, en inglés UNHCR) provienen de tres estados: Siria (4,9 millones), Asia menor; Afganistán (2,7 m), Asia;
... Read allEl problema
Millones de seres humanos se encuentran en grave riesgo debido a migraciones catastróficas. Hay más de 65 millones de seres humanos forzados a desplazarse en todo el mundo: el equivalente a todos los hombres, mujeres y niños de Lagos (16m), San Pablo (12m), Seúl (10m), Londres (9m), Lima (8,6m), Nueva York (8,5m) y Guadalajara (1,4m), que recogen aterrorizados sus magras posesiones y escapan hacia lo desconocido. http://www.unhcr.org/en-us/statistics/unhcrstats/576408cd7/unhcr-global-trends-2015.html.
La mayoría de aquellos que buscan refugio son personas desplazadas internamente (IDP en inglés), no son refugiados que atraviesan formalmente las fronteras internacionales. Por otra parte, aproximadamente 9 de cada 10 personas que buscan asilo se instalan en un país vecino, los asiáticos se quedan en Asia, los africanos en África, los americanos en las Américas.
Las migraciones son complejas y multi-determinadas. Se producen por factores socio-económicos y demográficos, por la guerra y el terror. Entre las causas se incluyen también modelos culturales, prácticas sociales, procesos políticos, degradación ambiental y riesgos naturales. En las últimas décadas el cambio climático está emergiendo como una fuerza mayor.
El grupo discutió alarmado el hecho de que los desplazamientos internos asociados con conflictos y violencias han seguido creciendo desde los comienzos del milenio y los datos recogidos en 2015 representan los índices más elevados hasta ahora. Se ha notado que en el Asia menor, más que en todo el resto del mundo combinado, es donde existe el mayor número de seres humanos desplazados por la guerra y el terror. Sólo en 2015 Siria
[1], Iraq y Yemen representaron más de la mitad de todos los IDPs
[2].
De la misma manera, más de la mitad de todos los refugiados bajo el mandato del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR, en inglés UNHCR) provienen de tres estados: Siria (4,9 millones), Asia menor; Afganistán (2,7 m), Asia; y Somalía (1,2 m), Africa.
En Africa los conflictos prolongados han causado migraciones forzadas. Nigeria, República Democrática del Congo, República Centro-Africana y Sud-Sudán, están incluidas globalmente en 2015 entre las 10 naciones que han generado por la violencia nuevos desplazamientos internos.
Detener estos conflictos es una prioridad humanitaria.
Cambio climático descontrolado y migraciones catastróficas
La Conferencia examinó detenidamente el nexo entre trastornos climáticos, guerra y terror con desplazamientos masivos. Los trastornos climáticos incrementan la morbilidad y la mortalidad, detienen la producción, disminuyen los rindes de la agricultura, deciman el ganado y fuerzan el desplazamiento de millones de personas en el mundo entero. En 2015 las catástrofes climáticas han forzado el abandono de sus hogares a 14,7 millones de seres humanos. Un adicional de 4,5 millones de desplazamientos fueron causados por accidentes geofísicos. De hecho, se han documentado en la última década más de 200 millones de desplazamientos, una media de casi 25 millones de desplazamientos forzados por año.
Estamos viviendo en el Antropoceno, una época en la que los humanos han emergido como una fuerza mayor que impacta en todas partes del sistema terrestre. Debido a la emisión de dióxido de carbono, y de varios otros contaminantes calóricos del clima, el planeta, su atmósfera y los océanos se han calentado en 1 grado Celsius desde el comienzo de la industrialización. Esta “fiebre planetaria” ha provocado trastornos climáticos mayores, como olas de calor, fuertes tormentas, inundaciones y sequías. Si no se controlan estas mill el calentamiento posiblemente supere 1,5 grados Celsius alrededor del año 2030, 2 grados Celsius en el 2050 y un desestabilizante 4 grados Celsius en el 2100. Sería posible que para el 2100 el nivel del mar subiera 2 metros además de olas extremas de calor, tormentas tropicales, deshielos de glaciares y sequías prolongadas.
Advertimos a los científicos sociales y a los agentes políticos que estas magnitudes de calentamiento, tanto como su aceleración, no tienen precedentes comparados con los cambios climáticos de los últimos milenios. Todo intento de extrapolar relaciones causales entre cambios climáticos y migraciones a partir de los datos recogidos en el pasado para predecir tendencias futuras no sería confiable y podría subestimar considerablemente los peligros que nos acechan en las próximas décadas. Las décadas de sequía, el fracaso de la agricultura, la dramática urbanización y la fracasada respuesta gubernamental en Siria, son un caso contundente en este sentido.
Teniendo en cuenta nuestras incertidumbres sobre las consecuencias climáticas no lineares provocadas por un semejante calentamiento sin precedente, existe la posibilidad 1 entre 20 alternativas, de que el calentamiento pueda llegar a unos catastróficos 6 grados Celsius en el 2100.
Con emisiones no controladas, el desplazamiento en masa y las migraciones pueden convertirse en un peligro mayor para los tres mil millones de personas más pobres en las próximas décadas y para toda la población en el 2100. La buena noticia es que aún estamos a tiempo para mitigar las emisiones y alejar estos riesgos sistémicos para los niños, nuestros nietos y nostros mismos.
Hemos examinado aquellos desplazamientos documentados debidos a convulsiones del medio ambiente en todas las regiones del mundo. Inundaciones, ciclones, monzones, huracanes, erupciones volcánicas, deslizamientos de tierra y temperaturas extremas han desplazado millones de personas en 2015. Participantes en nuestra Conferencia han hecho notar que India
[3], China
[4] y Nepal
[5] cuentan con el mayor número de personas desplazadas por estas causas.
En suma, ACNUR ha predicho que el cambio climático se convertirá en “el mayor propulsor de desplazamientos, tanto al interior como a través de las fronteras”. A pesar del consenso general de que las estimaciones cuantitativas no son confiables por el momento, insistimos en que una respuesta política ética global a la crisis emergente de las migraciones por causas climáticas no puede esperar la llegada de datos confiables. Es urgente una cooperación internacional para mitigar el clima. Establecer protocolos internacionales que establezcan los derechos de los refugiados por cambios climáticos y la responsabilidad de las naciones industrializadas hacia ellos, es algo que no puede esperar.
Apelamos a una aproximación política probabilística que tome en cuenta las diversas proyecciones de las ciencias climáticas (incluyendo baja probalidad/ proyecciones con alto riesgo) y combine las métricas cuantitativas en desarrollo con estudios de casos contundentes que documenten causas y efectos a través de experiencias humanas por migraciones climáticas. Una justicia climática para los pobres del mundo es tanto una batalla contra la cultura de la indiferencia como una redistribución de responsabilidades; y las historias reales que se movilizan a través de las artes y de las culturas pueden humanizar más el impacto del cambio climático que los fríos números.
Un nuevo mapa
En el siglo XXI millones de seres humanos están sobreviviendo en campamentos lejanos de las ricas ciudades de Europa, Norteamérica y Australia. Millones están aguardando asilo y otros millones más viven en las penumbras de la ley como ciudadanos irregulares o no autorizados. Los Estados Unidos, el país con el mayor número de inmigantes del mundo, tiene un estimado de más de 11,3 millones de inmigantes indocumentados y 5,2 millones de niños con al menos un padre o una madre indocumentados. La gran mayoría de esos niños son ciudadanos nacidos en los EEUU. Pero estos niños viven en las penumbras de la ley – bajo un constante temor de deportación o de brusca separación familiar. El Presidente Barack Obama deportó más de 2,5 millones de inmigrantes en los últimos ocho años. El presidente Donald Trump ha prometido aumentar las deportaciones, construir un muro de más de 2.000 millas en la frontera mejicana, e impedir a los sirios y otros refugiados su ingreso en los EEUU.
Esta es una nueva forma de migración forzosa, que no condice con los esquemás políticos vigentes. Al término de la segunda guerra mundial, los EEUU y sus aliados desarrollaron un conjunto de políticas para refugiados basadas en la presunción de que cualquier causa que los hubiera forzado a abandonar su hogar sería eventualmente resuelta. Las naciones civilizadas podían prometer una “no-expulsión”, su derecho de no estar obligados a volver a un lugar de violencia o persecución, puesto que esta promesa era sólo temporaria.
Pero ahora, hay conflictos que se prolongan y han expulsado a millones sin expectativas de retorno. En 2014, en 33 conflictos en todo el mundo, la duración media del exilio ha sido de 25 años (UNHRC & Global Monitoring Report, 2016). Por cierto, la Conferencia ha examinado conflictos prolongados y lugares devastados en aquellos países que han generado el mayor número de desplazados forzosos, como la guerra y el terror en Siria, Afganistán y Somalía que han durado más que la primera y la segunda guerra mundiales. Millones que están en esta situación provienen de países que tienen una población desproporcionada de jóvenes, como en Africa y América Latina.
La cara joven de las migraciones catastróficas
“Hoy también los niños son un signo. Son un signo de esperanza, un signo de vida, pero también un signo “diagnóstico”, un marcador que indica la salud de las familias, de la sociedad y del mundo entero. Cuando se acepta a los niños, se los ama, cuida y protege, la familia es sana, la sociedad es más sana y el mundo más humano” https://w2.vatican.va/content/francesco/en/homilies/2014/documents/papa-francesco_20140525_terra-santa-omelia-bethlehem.html
La educación de los niños es también un signo, nuestro primer indicio sobre su capacidad de desarrollar plenamente su potencial como seres humanos y contribuir a la sociedad, o por lo contrario crecientemente vulnerables a los males de la pobreza, exclusión y a los peligros de la “cultura del desacarte”, al tráfico de personas, al lavado de cerebro y al terrorismo.
En este contexto la educación de los niños refugiados e inmigrantes toma una urgencia que no podemos exagerar. Los niños son la cara llorosa de los desplazados forzosos. Nos obligan a re-examinar las causas de las migraciones catastróficas y nuestras responsabilidades en encontrar soluciones. La cara de las migraciones catastróficas del siglo XXI es una cara joven. Sabemos que en el mundo entero uno de cada 200 niños es un refugiado. En 2015 hubo 28 millones de niños que han sido forzados a desplazarse. Otros 20 millones son inmigrantes internacionales. La suma de estos números es hoy mayor que la de las poblaciones de Canadá y Suecia juntas. Otros millones más son niños inmigrantes internos y separados de sus familias.
En el último año se registró un record en el número de niños sin compañía o separados con 98.400 aplicaciones de asilo, principalmente afganos, eritreos, sirios y somalíes, hospedados en 78 países, el mayor número que se haya registrado jamás. Europa ha sido testigo de un dramático aumento de niños y jóvenes, incluídos niños no acompañados, que han llegado del Oriente medio, del Africa subsahriana y del sur de Asia. Más del 30% de los llegados a Europa por mar, desde octubre 2015, fueron niños; incluidos afganos y eritreos los niños constituyen la mayoría de quienes demandan asilo. De la misma manera los EEUU experimentaron un pico significativo en el número de niños no acompañados que llegan escapando de América Central. Pero el número de niños y jóvenes que son desplazados forzosos llegados a Europa o a los EEUU no son sino una menor proporción del total mundial.
En razón de su mera juventud los menores víctimas del desplazamiento forzoso exigen nuevos enfoques sobre su protección y asentamiento. Las protecciones actuales y las arquitecturas existentes en los campos de refugiados son ciegas en general a las necesidades de desarrollo de los niños. Incluso cuando una protección es posible o deseable, los niños que huyen necesitan más que un puerto seguro. Necesitan un lugar para crecer. Necesitan un hogar. Necesitan programas que les sirvan y que estén en consonancia con la mejor evidencia y un pensamiento actualizado sobre salud física y mental, trauma, protección legal y educación. En este sentido, durante los dos días de la Conferencia los participantes se dedicaron a identificar las necesidades tanto como los nuevos modelos que atienden a la salud y a la salud mental, proteción legal, educación y bienestar de los que buscan asilo, refugiados y migrantes irregulares en destinos variados, con un foco en niños y jóvenes.
Prioridades: Educación, salud mental y bienestar
Educación
La educación es para el desarrollo armonioso del niño la llave del futuro, muy especialmente para aquellos cuya juventud estuvo marcada por desplazamientos, guerras, trabajos forzados, prostitución, secuelas de trauma, separaciones familiares y pérdidas. Además de la guerra y el terror son millones los niños cuya educación fue interrumpida cada año por desastres naturales. Según un documento reciente de las Naciones Unidas, los niños refugiados son cinco veces más propensos a quedar fuera de la escuela que sus pares no refugiados. Entre los adolescentes, muchos de los cuales han pasado la mayor parte de sus vidas en el exilio, sólo un 22% tiene acceso a una educación secundaria. Sólo la mitad de los niños refugiados del mundo tiene acceso a una educación primaria, menos de un cuarto puede asistir a una educación secundaria y sólo el 1% accede a una educación terciaria. Como resultado del desplazamiento forzoso son 37 millones los niños sin escolaridad. Si el conjunto de los gobiernos y la comunidad internacional no lograra convertir la educación de los niños sometidos a una desplazamiento forzoso en una prioridad será imposible que el mundo logre cumplir el objetivo 4 del Desarrollo Sostenible, con la promesa de una educación primaria de calidad para todos y hasta de una educación secundaria, que desgraciademante sigue siendo elusiva.
Sin embargo, un mejoramiento en el accceso o en la calidad de la educación, ambos son objetivos distintos y fundamentales, no siempre es suficiente para asegurar que los niños refugiados reciban una educación adecuada. Son cientos de miles los niños desplazados forzosos que no pueden asistir a la escuela simplemente porque deben trabajar para el soporte familar, puesto que sus padres no pueden trabajar en el contexto de sus asentamientos. En los campos de refugiados muchas veces fracasa el propósito de integrar a los niños en los sistemas nacionales de educación; como se discutió en la Conferencia, con frecuencia la experiencia escolar diaria los dejan aislados y excluídos, sin un sentido de pertenencia y de estabilidad que les permita imaginar su futuro. Y, cosa importante, muy frecuentemente los niños refugiados no tienen acceso a un programa educativo claro a largo término.
Una minoría de los niños que buscan refugio logran alcanzar países de altos ingresos. Europa, Norte América, Australia son ejemplos. Buen número de países en Europa, pero no todos ellos, han actuado según sus valores fundamentales, abriendo sus fronteras a personas que buscan refugio huyendo de una Siria destruida por la guerra. La Unión Eureopea admitió a más de de un millón de refugiados en 2016, un número sin precedentes que incluía más de 200.000 niños en edad de escolaridad obligatoria. En el acmé de la crisis sólo la ciudad de Hamburgo tuvo que conseguir nuevas plazas en escuelas para 400 niños refugiados por mes. Por toda Europa muchos edificios vacíos se convirtieron en aulas y nuevos maestros fueron incorporados a diario. Muchos voluntarios ayudaron a esas personas a adquirir la habilidad de hablar la lengua básica nacional y asistieron a las familias para navegar en su nueva vida en un país extraño. La valiente expresión de la canciller Angela Merkel,”Wir schaffen das!”, ¡lo solucionaremos!, se convirtió en realidad gracias a numerosos agentes ciudadanos, trabajadores sociales, maestros y a un innumerable ejército de voluntarios europeos de todos los sectores sociales. La respuesta a este drama humanitario mostró lo mejor de la administración europea y de sus ciudadanos. Esta es la faz de la Europa que admiramos.
Pero, desgraciadamente, también hay otra cara de Europa que parece convertirse en la cara dominante. Es la dura e indiferente cara hacia los refugiados y sus hijos, la cara de las políticas europeas que negocian con las vida de personas desesperadas. Es la cara que no mira a las familias refugiadas con sus hijos, que están inmovilizadas y olvidadas en tiendas de campaña bajo la nieve en Grecia o en Croacia. Es la cara de la explotación de los niños refugiados sometidos al mercado de trabajo en Turquía, mientras sus familias están secuestradas en la pobreza por el llamado Tratado Unión Europea-Turquía. Nos alarma que más de 380.000 niños sirios que están en Turquía no asistan a la escuela. La mayoría de aquellos que lo logran van a aprender en escuelas paralelas en los campos de refugiados con maestros sirios, cuando están disponibles, que enseñan el curriculum sirio.
No se enseña el turco como segunda lengua. Esta generación de niños, que llamamos “la generación de los excluidos”, que no podrán volver pronto a Siria, quedarán con las manos vacías. El Tratado Unión Europea-Turquía sólo tuvo éxito en una cosa: que la imagen de este desastre humanitario quedara fuera de la visión de los europeos. El destino de estos niños, que debieran estar en la escuela, ha sido transferido por la Unión Europea a los campos de refugiados en Turquía y a los márgenes de la ciudades turcas. Esta es un desgracia para la Unión Europea - y para los ciudadanos europeos en cuyo nombre se ha establecido este Tratado. No hay justificación para el desigual tratamiento entre todos aquellos que llegaron a tiempo a Europa y reciben cuidados y educación y aquellos niños que de hecho no tienen más futuro que una sala de espera. El Tratado Unión Europea-Turquía ha dejado en claro que el derecho humano a la educación de los niños no puede ni debe ser parte de una negociación política sobre refugiados. El derecho a la educación es aplastado y disgregado mientras la Unión Europea al mismo tiempo declara que estos derechos deben ser protegidos para todos los niños bajo todas las circunstancias.
En el caso más favorable, millones de niños que han sido deplazados por la fuerza se convertirán en inmigrantes en el país que los reciba, donde las escuelas locales se esforzarán de varias maneras para educarlos e integrarlos en la nueva sociedad. Por lo pronto menos del uno por ciento de los refugiados se instalan en países lejanos, en Europa, EEUU o Australia. La vasta mayoría de niños desplazados pasan años, a veces décadas, en países cercanos donde han sido generosamente hospedados, como en Líbano y Jordania, pero cuyos sistemas educativos están sobre-exigidos y las instituciones políticas y económicas son frágiles. La escolaridad de estos niños con frecuencia está lejos de ser adecuada. Se encuentran con maestros con un entrenamiento mínimo, desprovistos de espacios adecuados para aprender, con tiempos escasos para la instrucción y topan con barreras lingüísticas y culturales. Por consiguiente se encuentran desprovistos del conocimiento y de la oportunidad para el crecimiento cognitivo que merecen en tanto frágiles seres humanos.
Los participantes de la Conferencia acordaron que para escolarizar a los refugiados e inmigrantes la adquisición de la lengua del lugar, la alfabetización y lectura son de primera prioridad. Pero al mismo tiempo concuerdan en que las escuelas aseguren que los niños no abandonen la lengua materna con sus valores culturales de uso esencial para la vida familiar. Segundo, los participantes también enfatizaron la importancia de la educación en las ciencias naturales, necesariamente correlacionda con la adquisición de una segunda o tercera lengua. La ciencia que guía la curiosidad natural de los niños es un bien universal que brinda un profundo y rico contexto trans-cultural para observar, nombrar y comprender la naturaleza y actuar sobre ella. Es como jugar. Una lección activa de ciencias puede involucrar a los más diversos niños en un ejercicio común de indagación como sucede cuando niños muy diferentes juegan juntos. En las últimas dos décadas se han realizados proyectos piloto en todo el mundo, con el apoyo de reputados científicos, que han logrado crear estos puentes en escuelas multiculturales donde conviven numerosos migrantes nacionales o transnacionales. Los maestros se entrenaron para aplicar las mejores prácticas y para observar la emergencia de la curiosidad, tanto como el progreso entre sus estudiantes en autoestima, desarrollo del lenguaje, habilidad para razonar, dialogar y crear, todo lo que lleva a brindar esperanzas al niño y a su familia. En la próxima década y con los recursos adecuados, mayor soporte por parte de la comunidad científica y de los gobiernos, este movimiento ofrece los recursos básicos, que se pueden amplificar diez o cien veces más, para incluir los nuevos desafíos de un desarrollo sustentable, de una educación climática y un compromiso activo de los niños.
Los niños en campos de refugiados se encuentran en condiciones mucho peores. Además de la alimentación y del cuidado de la salud es de la más alta prioridad que desarrollen estas habilidades y talentos naturales para que simplemente exista un futuro para ellos. Nuevamente, si se los introduce a la ciencia natural en su medio ambiente esto puede ser un camino para romper su aislamiento y reclusión, para abrir sus ojos a la belleza de la naturaleza, darles referencias en espacio y tiempo, todo ello con los más simples equipamientos y a costo casi cero. Si se usaran todos los recursos, habilidades y la buena voluntad que aseguraron el éxito de los proyectos mencionados en las últimas décadas, y se agregaran los instrumentos a distancia para establecer la necesaria relación física entre adulto y niño, será posible establecer entonces un nuevo programa en esos campos de refugiados, pero si y sólo si están presentes voluntad y recursos. El gobierno receptor debe ser advertido que negar el acceso a la escuela y al conocimiento a los niños refugiados es negar su humanidad.
Los participantes en la Conferencia subrayaron el hecho de que la educación no debe focalizarse exclusivamente en el conocimiento sino que debe guiar a la voluntad hacia el bien común para escapar al mal. Esto sugiere la importancia de enseñar las virtudes y los valores, especialmente la justicia social, la solidaridad con los pares y con las generaciones futuras, tanto como la amistad y la convivencia.
Salud mental y bienestar
El desplazamiento forzoso es intrínsicamente traumático. Participantes de la Conferencia han examinado datos obtenidos del mayor estudio hasta el momento en campos de refugiados en Grecia, donde un 30% de los entrevistados reportaron haber asistido a la muerte de un familiar o amigo y 20% haber sido torturados. Falta de cobertura, alimento y agua, viendo muertes alrededor, sufriendo amenzas de muerte y torturas, cruces violentos de fronteras, son traumas comunes en los campos de refugiados. El estudio en Grecia registró que la mitad de los refugiados reportaron estos traumas. El trauma genera enfermedad crónica a través de efectos directos e indirectos como enfermedad mental (trastorno por estrés post-traumático TEPT y depresión) y un estilo de vida trastornado. La conexión entre trauma y pobre salud física y mental demanda poner un nuevo énfasis en la promoción de la salud.
La investigación señala que los niños y jóvenes refugiados, incuyendo aquellos que han tenido fuertes experiencias traumáticas, puede crecer bien, saludables y productivos. Los participantes en la Conferencia estuvieron totalmente de acuerdo sobre la necesidad de trabajar, cuando fuere posible, con las familias y reconocer las capacidades que despliegan los niños mientras crecen. Sugerimos, además, la necesidad de emparejar las intervenciones con las diferencias en el desarrollo infantil y el contexto familiar. Es importante promover programas basados en las fuerzas que reconocen y alientan la propia actividad de los jóvenes y de sus familias y sus ambiciones de avanzar por sí mismos educacional, social y económicamente. Los niños y los jóvenes pueden ser agentes de su propia curación.
Los participantes en la Conferencia demandaron programas que informen sobre traumas y estén orientados a la prevención de la salud mental, tanto como tratamientos focalizados en traumas cuando fueren necesarios, incluyendo modelos basados en la escuela y la comunidad. Se recomendaron para los niños menores y para las familias más vulnerables y de difícil acceso, programas de visitas a los hogares que promuevan una sana relación entre padres e hijos y mejoren el funcionamento familiar. Es de la mayor importancia ayudar a construir ambientes restauradores en colaboración con las poblacions afectadas donde los niños refugiados y sus familias puedan vivir, estudiar, jugar y comprometerse en experiencias apropiadas para su desarrollo a pesar de las muy anormales circunstancias de guerras y desplazamientos.
La investigación muestra que los servicios son tanto más poderosos cuanto más se basen en la comunidad local y puedan integrar salud, salud mental y educación junto a visitas a los hogares que alcancen a quienes estén aislados socialmente o topen con barreras para su participación. Modelos de atención escalonados se pueden combinar con modelos preventivos y modelos de base amplia para la promoción de la salud mental, junto con un alto nivel de atención de la salud mental, que incluya tratamientos grupales de la depresión y tratamientos individuales para las reacciones al estrés post-traumático, cuando se requieran. Cuando se trabaja holísticamente con las familias se debe recordar que frecuentemente ellas también sufrieron traumas y pérdidas
Los acercamientos entre dos generaciones, que incluyan tanto a los cuidadores como a los niños, son críticos para que la familias de refugiados sepan encarar las dificultades que sufren, incluyendo una sana comunicación, alternativas a castigos severos e interacciones enriquecedoras entre padres e hijos. Los modelos basados en familias pueden también incorporar a miembros de la familia extendida y dar oportunidades de apoyo y referencia a aquellos adultos que puedan beneficiarse con un alto nivel de atención de su salud mental, depresión, estrés post-traumático, alcohol, consumo de drogas y violencia familiar.
Para superar el estigma de los problemas de salud mental y para comprometer a las comunidades debemos atender también a las formas de comunicar la promoción de la salud mental y bienestar de los niños refugiados y aprender el lenguaje local referido a conceptos emocionales y comportamentales tanto como a conceptos relacionados con los recursos de protección social y resistencia frente a la adversidad. Debemos también comprender de qué manera estos factores protectores operan a los niveles del individuo, familia, pares, escuela y cultura de la comunidad de refugiados para alcanzar modelos de intervención que se basen en la evidencia y que sean efectivos, escalables y sustentables para asistir globalmente a los niños refugiados y a sus familias. En particular, debemos considerar cómo apoyar a las comunidades que hospedan a los refugiados para desarrollar servicios adecuados de salud mental y servicios sociales para todos los individuos tanto en la comunidad receptora como en la de refugiados durante períodos de desplazamientos masivos, muchas veces prolongados.
También es decisivo conceptualizar cómo “reconstruir mejor” en situaciones de post-conflicto. En este sentido, las respuestas de emergencia en los países en conflicto deben comenzar por un visión de la reconstrucción, reforzando y asegurando la calidad y la sustentabilidad de los servicios de salud mental y sociales mientras aquellos países se encuentren en transición del período de destrucción, desplazamiento y conflicto hacia un período de post-conflicto.
Conclusiones
La esencia del humanismo es reconocerme a mí mismo como un otro. Este principio debe extenderse a todos y muy particularmente a aquellos que están sufriendo, como los refugiados, jóvenes y viejos.
El desplazamiento forzoso de millones de seres humanos representa una crisis existencial de nuestros tiempos, que causa el sufrimiento de otros que deberíamos considerar como a nosotros mismos. Millones de desplazados forzosos, de refugiados, de gente que busca asilo, de migrantes no-autorizados e irregulares, se encuentran sometido a condiciones de barbarie - son nuestros hermanos y hermanas- que les niegan su dignidad humana y su capacidad propia de florecer. Las migraciones catastróficas del siglo XXI no tienen compasión alguna de esos millones de niños.
Primero, debemos comprometernos en detener los conflictos que generan los mayores y más graves desplazamientos. En 2015 solamente tres países, Siria, Iraq y Yemen, han sumado más de la mitad de todas las personas desplazadas internamente. De la misma manera, más de la mitad de los refugiados bajo el mandato de ACNUR son originarios de tres estados, Siria, Afganistán y Somalía. Poner fin a estos conflictos debe ser la prioridad de la comunidad internacional de hombres y mujeres de buena voluntad.
Segundo, apelamos a una expansión del desarrollo económico sustentable para que las poblaciones puedan vivir en seguridad y prosperidad en sus propias patrias. Todo niño, especialmente las niñas, deben contar con la atención de salud y educación que merecen. Se ha probado, en efecto, que la alfabetización de las niñas genera múltiples ciclos virtuosos, entre ellos, baja fertilidad, mejor salud y bienestar y mayor seguridad financiera.
Tercero, todos los organismos internacionales pertinentes deben comprometerse a revertir el cambio climático, una causa mayor de los desplazamientos catastróficos. Debemos alcanzar una resistencia climática. Los participantes de la Conferencia llaman a redoblar los esfuerzos de la comunidad internacional en invertir en la protección, educación para la salud y bienestar a los desplazados forzosos, sobre todo de los niños y jóvenes. La falta de más de 8 mil millones de dólares por año en educación en emergencias se debe corregir inmediatamente por parte de los países donantes y la filantropía global. A pesar de los nuevos compromisos que surgieron de la iniciativa “La educación no puede esperar” que fuera aprobada por la Cumbre Humanitaria Mundial de mayo 2016, sólo haciendo foco, renovado y preciso, sobre la educación de los refugiados podría cubrir esta falta.
Siguiendo la Declaración de Incheon (Corea) los países donantes deberán asignar 0,7% de su producto bruto interno PBI a la Asistencia Oficial para el Desarrollo (AOD) y los países en desarrollo deberán seguir su recomendación de asignar, por lo menos, del 4 al 6% de su PBI, o el 15 al 20% del gasto público, a la educación. Los niños refugiados y desplazados forzosos deberán ser incluidos en los países huéspedes en un mismo pie de igualdad que los nacionales.
Además, imploramos a los países huéspedes que faciliten la inclusión de lo refugiados adultos en el mercado de trabajo, un derecho garantizado por la Convención de Refugiados de 1951. La comunidad internacional debe presionar a aquellos países, especialmente del Medio Oriente y del Sudeste Asiático, que no han ratificado la Convención de Refugiados, puesto que el trabajo esclavo infantil es, en muchas crisis, el factor singular más importante para excluir a los niños de las aulas.
Y sobre todo, debemos cambiar nuestras relaciones entre nosotros y comprometernos en encontrar una nueva forma de vida. En palabras del Papa Francisco “cada niño que nace y crece en cualquier parte del mundo, es un signo diagnóstico del estado de salud de nuestras familias, nuestras comunidades, nuestra nación. Este franco y honesto diagnóstico puede conducirnos a un nuevo estilo de vida donde nuestras relaciones ya no estarán más marcadas por conflicto, opresión y consumo, sino por fraternidad, perdón y amor” https://w2.vatican.va/content/francesco/en/homilies/2014/documents/papa-francesco_20140525_terra-santa-omelia-bethlehem.html
NOTAS
[1] Entre las personas que han sido desplazadas por el conflicto en Siria, más de 6,6 millones lo fueron internamente, lejos de la atención de los medios y del alcance de las agencias humanitarias, muchos se debaten para sobrevivir en condiciones infrahumanas. (Global Report on Internal Displacement, 2016, p.4).
[2] En 2015 fueron desplazadas internamente 3,3 millones en Iraq y 2,5 en Yemen (ibid).
[3] En la India el impacto de dos inundaciones y tormentas fueron responsables del desplazamiento que obligó a 3 millones de personas a abandonar sus hogares. Fuertes lluvias y bruscas inundaciones asociadas a un débil ciclón que pasó por la Bahía de Bengala en noviembre, desplazó 1,8 millón de personas en los estados de Tamil Nadu y el sur de Andhra Pradesh. Las inundaciones causadas por el monzón y asociadas con el ciclón Komen, que golpeó la vecina Blangadesh en julio, desplazaron 1,2 millón, la mayor parte en los estados nórdicos y centrales de Bengala Oeste, Odisha, Manipur, Rajasthan y Gujarat (Global Report on Internal Displacement, 2016, p.15)
[4] “Tres tifones de gran escala y una inundación desastrosa desató un 75% del desplazamiento en China. Tres tifones Chan-Hom, Sudelor y Dujan golpearon cuatro provincias orientales entre julio y setiembre destruyendo hogares, causando deslizamientos e inundaciones, y provocaron el desplazamiento de más de 2,2 millones de personas. Al comienzo del año en Mayo, fuertes lluvias e inundaciones en nueve provincias del sur obligaron a 518,000 peronas a abandonar sus hogares (ibid)”
[5] “Los terremotos en Nepal de abril y mayo, los millares de sismos que siguieron y los deslizamientos de tierras dañaron o destruyeron 712.000 casas y mucha infraestructura. El desastre se convirtió en una gran carga para esa nación en desarrollo que afectó a un tercio de la población y mató a 8.300 personas. Muchos de los 2,6 millones que fueron desplazados no pudieron retornar a sus hogares, cuya reparación y reconstrucción llevará varios años” (ibid).
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