1. Introducción: un punto de partida
En mi calidad de argentina, no puedo iniciar una reflexión acerca del neocolonialismo sin referirme a que en nuestro país hoy, sí, hoy en día, aún hay un rastro profundo de colonialismo que nos marca. Me refiero a la invasión y ocupación territorial de nuestras queridas Islas Malvinas por parte del Reino Unido Gran Bretaña, que persiste desde el año 1833 a la fecha. Ocupación y saqueo de nuestros recursos naturales, pesqueros, marítimos y petroleros. Así́ que permítanme comenzar afirmando: las Malvinas fueron, son y serán argentinas.
2. El objetivo neocolonial
Todos los expositores que nos deleitaron con sus intervenciones en las dos fructíferas jornadas que organizó con visión de presente y de futuro la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales, junto con los Comité Panamericano y Panafricano de Jueces y Juezas por la Doctrina Franciscana, han desarrollado cuál es el objetivo neocolonial. Han hecho referencia claramente que el objetivo principal es la implantación de un modelo económico: el modelo económico extractivista. Ese extractivismo requiere, además del saqueo de los recursos naturales, la fuga de los recursos económicos al exterior de nuestras naciones. Por eso, también se basa en un sistema de valorización financiera. Este modelo entra en flagrante colisión con la idea del Papa Francisco del capitalismo social. El sistema basado en el ser humano como centro de todo en la producción y en el trabajo digno y con derechos.
Resulta un “neo” colonialismo pues confluyen objetivos, pero han cambiado las dinámicas de saqueo: otrora se llevaban la lana y nos vendían los pullovers; hoy pretenden llevarse nuestro litio, que Argentina, Chile y Bolivia concentran el 60% de este recurso a nivel mundial, y vendernos luego las computadoras y las baterías. Con la triste diferencia que, como depredan a nuestros pueblos, no creo que nadie de la clase trabajadora pueda en el futuro comprar un pullover o una computadora.
3. Instrumentación del objetivo neocolonial
Este sistema de rapiña, precisa de un primer instrumento de implementación: la legalidad de la dependencia. Identificamos a esa legalidad con tres reformas legales flexibilizadoras. La reforma flexibilizadora laboral, la reforma flexibilizadora ambiental y la reforma flexibilizadora tributaria: habilitando la reducción de derechos laborales conquistados como la indemnización por despido, extendiendo los “periodos de prueba” y reduciendo las contribuciones patronales; agravando la actual situación de extracción indiscriminada de nuestros recursos naturales por parte de compañías extranjeras, que destruyen ecosistemas y se llevan las ganancias a sus casas matrices; y acondicionando un sistema tributario que haga flaco al Estado al mismo tiempo que beneficie con exenciones a los grandes capitales concentrados. Estas reformas flexibilizadoras funcionarían como llaves de paso a la legalización, otorgando patentes habilitadoras para el ejercicio pleno del objetivo neocolonial.
Pero esto por sí solo no es suficiente, sino que hace falta dos requisitos de otro orden: el cultural y el institucional. En el orden cultural, el vacío espiritual es la contracara del vacío económico, que ataca directamente a los valores de la hermandad, de la solidaridad, de la autoestima, de la dignidad y de la autodeterminación de nuestros pueblos. Nuestros pueblos han encontrado a lo largo de la historia distintas maneras de organizarse: vecinalmente, parroquialmente, sindicalmente, políticamente, socialmente. Justamente el vacío espiritual lo que viene a desarticular y desarmar son las instancias colectivas, porque es el individuo aislado el que presenta las condiciones ideales para el desasosiego. Si nuestros pueblos no se conciben como merecedores de igualdad, vamos a generar las condiciones perfectas para que se implante la desigualdad en la sociedad.
Esta desarticulación se refleja en las formas distantes de comunicación. Y esas formas distantes de comunicación también tienen dueño. Ilustraré con un ejemplo: Twitter. Elon Musk, el actual dueño de esta red social, fue quien antes azuzaba la invasión o los golpes de Estado en países como Bolivia si no le otorgaban el litio bajo las condiciones que él pretendía, ya que también es CEO de Tesla, la empresa que hace autos eléctricos. ¿Casualidad? No, estrategia neocolonial.
En lo que respecta al orden institucional, además del vacío espiritual de nuestros pueblos, el neocolonialismo requiere la clausura total de la representatividad popular. Nuestros pueblos ejercen esta manera de organizarse a través de la democracia y particularmente del voto, de la elección libre. Entonces, el objetivo neocolonial requiere que la representación popular sea clausurada a través de la estigmatización, persecución, luego judicialización y finalmente proscripción de los lideres populares. La herramienta que el sistema ha encontrado para ello es el lawfare. El lawfare que, como bien lo ha dicho nuestro Papa Francisco, comienza con la estigmatización en los medios de comunicación, pero también en las redes sociales, que son las que marcan “qué es tendencia y qué no”. Entonces, se deposita en ese otro o en esa otra el contenido de todos los males cotidianos, a los fines de que luego en los estrados judiciales aparezcan las denuncias. Luego, a través de procesos viciados de legalidad, con incumplimiento de todas las garantías constitucionales, se firman sentencias para llegar finalmente a la proscripción. Como muchos lo han llamado en el marco de estas conferencias, se trata de la “dictadura del lawfare”. En su tiempo las dictaduras militares fueron los ejecutores locales de la estrategia colonial y hoy el lawfare es el ejecutor local de la estrategia neocolonial.
4. Hacia una acción neocolonial para la justicia de nuestros pueblos
En coordinación con el doctor Eugenio Zaffaroni y con la doctora Ana María Figueroa, proponemos la creación del “Observatorio Jurídico Contra el Neocolonialismo”, un observatorio jurídico que tiene que tener funciones claras y específicas, entre ellas, la de detectar los casos más graves de violaciones a los derechos humanos en nuestras naciones, la de defender a quienes ejerzan la magistratura perseguidos por cúpulas judiciales, porque el lawfare nace de las conducciones de los poderes judiciales, las cortes supremas y los principales tribunales federales. No se trata de todos los magistrados y de todas las magistradas: muy por el contrario, son pocos, pero conducen. Este Observatorio deberá defenderlos de los medios de comunicación, de las redes sociales, de los servicios de inteligencia nacionales e internacionales que practican e influyen directamente en estas cuestiones. También procurará exhibir los hechos al conocimiento público, enviar sus conclusiones a los organismos internacionales y formular propuestas de cambios normativos y constitucionales para nuestros pueblos.
5. Reflexiones finales
Para cerrar, me gustaría traer una reciente reflexión del Santo Padre sobre la Democracia.[1] “La propia democracia no es una ‘tejido’ que se teje en la mesa de algún palacio, sino con laboriosidad creativa en las fábricas, en los talleres, en las granjas, en las empresas comerciales, artesanales, en las obras, en las administraciones públicas, en las escuelas, en las oficinas”. Nace desde abajo, desde el pueblo, y de un pueblo informado y empoderado en sus derechos. El reclamo de una justicia justa debe emanar del pueblo para que la transformación se haga realidad efectiva.
- Audiencia del Santo Padre con la Confederación General Italiana del Trabajo. 19 de diciembre de 2022.