En principio quiero agradecer a la Pontificia Academia, y el comité Panamericano por la invitación. Así mismo rogar mejorías para el Papa Francisco. Yo veo con mucho agrado la crítica constructiva que se hace al sistema jurídico, sobre todo lo que venimos de las instancias penales; son necesarios cambios en sus estructuras y dispositivos como así también un mayor conocimiento de los estándares internacionales. La necesidad de una justicia más reparadora, más restaurativa es una urgencia: estamos viviendo la deshumanización judicial – yo lo decía la otra vez – estamos presenciando el estado de agonía de la Constitución Argentina.
Es importante tener en cuenta la carta escrita por el Papa Francisco a la Asociación Argentina de profesores de derecho penal. Por el otro lado, una simple mirada a la temática que nos convoca. Siguiendo al creador de la filosofía de la liberación, hoy presente, el maestro Dussel, “la descolonización cultural se propone desde el contexto y las realidades latinoamericanas para poder realizar un acercamiento que permite interpretar desde la filosofía latinoamericana la necesidad y posibilidad de una liberación cultural para Latinoamérica”. Esta es la necesidad de ir hacia un encuentro de una identidad latinoamericana.
Yo soy de Misiones, Argentina, en donde coexisten 3 países, Paraguay, Brasil y Argentina, la triple frontera. Juntos conformamos la Nación Guaraní; allí donde los hermanos originarios pedían permiso al árbol para entrar a su hábitat; en donde no existen niños y niñas huérfanos o huérfanas, porque todos son sus padres y madres. Hoy los vemos vendiendo sus artesanías en la ciudad capital Posadas, a 300 km de donde viven. Dejaron atrás sus rostros originarios para ser niñas y niños rubios; y no es porque se tiñen, sino porque hubo un sometimiento cultural brutal y despiadado. Yo le diría a mis hermanos originarios: “Los desaparecidos culturales, pero vivos”.
Es decir, es allí donde interpretó al mentor Dussel cuando dice: “Que los gobiernos populares de cambio que han llegado al poder no realizaron a nivel de enseñanza, una revolución cultural”; siguieron siendo eurocéntricos, enseñando la historia euroamericana y despreciando lo propio. Termina diciendo el maestro: descolonizar “es una revolución cultural, hay que descolonizar el pensamiento”. En este sentido y para terminar estoy convencido que, para pensar esta odisea no utópica, los movimientos sociales, como son sujetos políticos del siglo XXI, deben fuertemente acompañar y lograr tal vez una nueva civilización. Muchas gracias.