Colonización y Descolonización: Una Historia

Enrique D. Dussel | Argentina/Mexico

Colonización y Descolonización: Una Historia

Esta corta ponencia tiene conciencia de ser muy resumida. Su principal objetivo es situar en el tiempo el resto de las ponencias. Los conceptos de colonización y descolonización dependen del sentido que les demos como fenómenos sociales, políticos, militares, religiosos y culturales en general, ya que ambos se configuran desde una dimensión histórica. En este sentido, es necesario situarlos cronológicamente, por lo que deseamos indicar algunas fechas que enmarcan un primer contacto, la ocupación formal de las futuras colonias y los procesos de descolonización que comenzaron hace siglos, pero en los que todavía se debate el mundo actual.

I.               Diversos estados, reinos e imperios que fueron monarquías tributarias

No consideraremos como colonias, aunque el origen del término es romano, a lo que se denominaba como tal en dicho imperio. Por el contrario, podemos afirmar que en Eurasia no hubo colonialismo durante su larga historia milenaria en el período neolítico, sino hasta que surgieron estructuras geopolíticas tales como estados, reinos e imperios, cuya sede exclusiva fue Eurasia. El fenómeno posterior del colonialismo exigió una amplia distancia geográfica y geopolítica entre las metrópolis y las colonias. A su vez, ninguna de las metrópolis tuvo el control de los océanos como centro de sus movimientos estratégicos de dominación. En realidad, se trataron de expansiones más o menos espontáneas del propio cuerpo del Estado que ejercía su poder sobre otros reinos de menor capacidad defensiva. Los galos, por ejemplo, tenían una cultura muy distinta a la de los romanos, no obstante, no fueron cuestionados en su condición humana. Eran bárbaros humanos. Económicamente, el poder central (que a menudo era una ciudad) exigía tributos. Eran algo así como monarquías tributarias, lo que permitía a los pueblos dominados gozar de ciertas libertades en otros aspectos de la vida, como el lingüístico, las organizaciones religiosas y las instituciones políticas que no se oponían al poder central. A veces se imponía la divinidad o el respeto sagrado hacia el rey o hacia autoridades similares. Sin embargo, existía una gran tolerancia cultural y de costumbres de vida.

Algunos ejemplos de grandes organizaciones políticas en el período neolítico incluyen, entre otros, a los reinos mesopotámicos desde el VI milenio hasta el III (como el reino Siríaco-Hitita), el reino de Egipto, los fenicios (con sus llamadas colonias, aunque deberíamos denominarlas ciudades ligadas por relaciones económicas), el Imperio asirio y el Imperio babilónico desde el III milenio a.C. Además, el Imperio persa se extendió por un vasto territorio desde el Indo hasta el Mediterráneo en el siglo VII a.C, mientras que el Imperio helenístico se extendió desde el Indo hasta Italia a partir del 333 a.C. El Imperio romano, que abarcó desde Mesopotamia hasta el Atlántico a partir del 27 a.C., perduró alrededor de Constantinopla hasta el 1453 d.C. En la Península Indostánica existían diversos reinos, y más hacia el este, el Imperio Chino se desarrolló a partir del siglo II a.C.

Además de estos, es importante mencionar la presencia del Imperio cristiano en Eurasia y la expansión del Islam, que culminó con el Imperio otomano en el siglo XV d.C. La influencia musulmana se extendió desde el Califato de Córdoba en Al-Andaluz (en la Península Ibérica) desde el siglo VIII, hasta el sultanato fatimí en Egipto, el Califato de Bagdad, los reinos de Irán y Afganistán. También se encuentran los reinos islámicos de Indochina hasta Filipinas, abarcando así desde el Océano Pacífico hasta el Atlántico.

En relación a América, es importante tener en cuenta los reinos Azteca, Maya e Inca, así como muchos otros, y el mundo en general de los pueblos originarios. Estos experimentaron una expansión cultural, racial y geopolítica a través del estrecho de Bering, desde el Extremo Oriente (nordeste de América) hacia el suroccidental, exceptuando el sureste de América del Sur que recibió oleadas de población proveniente del Pacífico, como la cultura de Samoa. Estos grandes navegantes poblaron América desde el sureste de Chile, como los Mapuches y los pueblos Maorí hasta Australia.

Una vez esbozado este complejo panorama, que pretende reflejar la diversidad de culturas y horizontes de sentido que han configurado internamente el entramado histórico-mundial, queremos resaltar dos temas de importantes consecuencias:

En primer lugar, nos referiremos a la profunda transformación que experimentó el cristianismo primitivo de los primeros tres siglos, a partir de la política de Constantino y Teodosio. Esta fusión del cristianismo con la cultura romana resultó en su inversión: el cristianismo pasó de ser una religión comprometida con los pobres y perseguida por el imperio, a convertirse en el fundamento del poderío imperial y a imponerse como religión oficial del imperio. A partir del siglo III, el cristianismo se convirtió en “cristiandad”.

En segundo lugar, queremos señalar el error epistemológico eurocéntrico que consiste en periodizar la historia mundial tomando como referencia la historia local europea. Un ejemplo de los problemas que produce esta división histórica lo encontramos en el período denominado “Edad Media”, que fue un fenómeno presente únicamente en Europa y denota el cerco que sufrió el mundo latino-germánico de la cristiandad europea por parte del Imperio otomano del mundo musulmán. El obscurantismo de la Edad Media sólo es aplicable a Europa y no constituye una época histórica a nivel mundial. Por lo tanto, considerar que la historia social antigua de China fue un feudalismo asiático (posición de Marx) es una tesis histórica eurocéntrica en términos epistemológicos.

II.            La colonización de los imperios modernos

La reconstrucción histórica presentada anteriormente constituye la prehistoria del colonialismo en sentido estricto. En la travesía del Océano Atlántico (curiosamente, nunca intentada por los islámicos), se produjeron una serie de efectos que hoy tomamos como rasgos característicos de una nueva Edad de la historia mundial. Estos efectos se pueden atribuir a cinco fenómenos principales: 1) el avance tecnológico naviero, 2) el desarrollo del capitalismo económico, 3) la prevalencia del eurocentrismo ideológico (que incluye el racismo y la dominación de una masculinidad tóxica), 4) la violencia de la ocupación militar y 5) la ontología del ego cartesiano (que establece un dualismo entre el alma y el cuerpo, así como el privilegio absoluto de la vida humana sobre la vida vegetal y animal). Todos estos elementos, junto con otros, constituyen el contenido, el origen y el sentido del fenómeno más discurrido en nuestra época: la Modernidad.

  1. La lejanía transoceánica que interpone el Atlántico pudo ser superada en 1441 gracias al invento de una pequeña embarcación portuguesa llamada “carabela”, que fue además equipada con instrumentos chinos, como la brújula. La carabela permitía navegar contra las corrientes y los vientos oceánicos adversos mediante velas. Ni los fenicios, ni los griegos, ni los romanos habían logrado navegar hasta las costas occidentales de África, pero los portugueses lo consiguieron con la carabela, aunque su capacidad de carga era limitada (sólo 50 toneladas, en comparación con las 1000 toneladas que podía transportar un naos chino, aunque este último navegaba sólo con las corrientes y el viento a favor). Con la carabela, era posible internarse en las rutas marítimas hacia África y Asia. Esto posibilitó superar el aislamiento geopolítico impuesto por la expansión islámica a la Europa latino-germánica durante la Edad Media. Ahora, las colonias ya no eran reinos o pueblos contiguos, sino territorios distantes y transoceánicos. Esto significa que las rutas hacia las colonias ya no eran terrestres, sino navieras.
  2. El colonialismo es concomitante al origen del capitalismo, permitiendo la “acumulación originaria” del dinero, especialmente a través de la plata extraída de minas como Potosí y Zacatecas, que en el siglo XVI generaron alrededor de 20 mil toneladas. Esta “acumulación originaria” la produjo España, como lo indica Marx. En ese momento, no se trataba aún del capitalismo industrial, sino más bien de la acumulación de dinero en forma de plata. El emperador Carlos V dilapidó esta riqueza en su política europea con la compra de productos de la China y la India como la seda (que empleaba hasta 6 millones de trabajadores, desde el cultivo de los gusanos de seda hasta la tejeduría, el teñido y la confección de prendas), la porcelana (que exigía hornos con temperaturas de hasta 1500 grados para su cocción) y las especias (utilizadas como condimentos para los alimentos). En otras palabras, la plata extraída del “nuevo continente” terminó en China e India. A diferencia de lo que pensaba Immanuel Wallerstein, este proceso comenzó con el llamado “descubrimiento” de América por parte del genovés Cristóbal Colón en 1492.
  3. El colonialismo también implantó la ideología del eurocentrismo cultural. Estos acontecimientos, junto con muchos otros, generaron en la conciencia de los europeos la idea de ser superiores respecto a los pueblos que fueron dominando lentamente durante cuatro siglos. Esto llevó al surgimiento de un racismo que clasificaba a las culturas del Sur Global en función de su color de piel. La “blanquitud” racista y el machismo tóxico, así como el menosprecio hacia las culturas propias de los pueblos dominados, son características del colonialismo moderno. Estas actitudes han perdurado hasta nuestros días como modos de clasificación social, incluso con respecto a la clase social, como lo ha señalado Aníbal Quijano.
  4. La ocupación militar de los territorios conquistados, que involucró el uso de armas de hierro o acero, caballos y pólvora (también de origen chino), fue un acto que careció por completo del espíritu de respeto y racionalidad, contradiciendo así los principios defendidos por Bartolomé de las Casas en el siglo XVI en América Latina. Fue una violación de los derechos y el respeto que se debía a todos los pueblos y culturas, especialmente evidente en el genocidio contra las poblaciones originarias de América y en la brutalidad con la que se trató a los africanos esclavizados. Estos últimos fueron secuestrados y vendidos como si fueran animales en Brasil, el Caribe y las colonias del sur de Nueva Inglaterra. A pesar de su emancipación formal, siguieron siendo objeto de un trato injusto debido al arraigado racismo que hemos heredado.
  5. Todo esto se desarrolló desde la perspectiva del ego individualista y competitivo inaugurado por la Modernidad. El ego cogito (expresado en la obra de René Descartes, El discurso del método, publicada en 1637) surgió aproximadamente un siglo y medio después del supuesto “descubrimiento” de América. El eurocentrismo del Norte de Europa, que sentó las bases de la Revolución Industrial, hizo caso omiso del siglo XVI, un periodo en el que surgió una epistemología eurocéntrica, como lo demuestra el debate filosófico-teológico entre Ginés de Sepúlveda y Bartolomé de las Casas en 1550, entre otros eventos relevantes. Fue un desafío para Bartolomé de las Casas intentar demostrar que los pueblos originarios eran seres humanos con instituciones culturales y políticas con las cuales se podía y debía entablar un diálogo. Lamentablemente, su propuesta fue rechazada en la práctica y el genocidio fue el resultado de una conquista llevada a cabo “a sangre y fuego”. A su vez, el dualismo cartesiano era doble: por un lado, establecía una separación entre el alma racional e inmortal del ser humano y el cuerpo material y mortal, y por otro lado, establecía una separación entre el ser humano (considerado como un ser superior) y la naturaleza (considerada inferior). A partir de este último dualismo, se derivaba la concepción de que las plantas y los animales (la naturaleza en general) estaban destinados a ser meros objetos a disposición del ser humano, careciendo de dignidad propia. En la Modernidad, este dualismo se convirtió en un anti-ecologismo que niega sistemáticamente la dignidad sagrada de la vida de la naturaleza, a pesar de que la vida humana depende de ella. El individualismo capitalista propuesto por Adam Smith fue un desarrollo epistemológico de esta metafísica y antropología individualistas y competitivas, que en última instancia condujo al neoliberalismo de Friedrich von Hayek.

La colonización se llevó a cabo a lo largo de un proceso que abarcó cuatro siglos, desde el siglo XV hasta el XIX. Fue llevada a cabo por varios estados europeos que prácticamente ocuparon la totalidad del Sur Global, a excepción de algunas regiones como Tailandia o China. Esta última experimentó la ocupación japonesa de Manchuria, pero se caracteriza por otro tipo de dependencia.

En primer lugar, la colonización de América inició como una prolongación de la conquista de Andalucía. Los reyes de España extendieron su poder hasta la ocupación de las Islas Canarias, desde donde Colón se aventuró en su primer viaje hacia el oeste del Atlántico. De manera accidental, llegó a unas islas remotas que consideró ser parte del sur de China. Colón nunca imaginó que se tratara de un nuevo continente. En su Crónica de viaje de su cuarta travesía por el Caribe, cuando descubrió el Océano Pacífico, escribió que se encontraba a diez días de navegación del Ganges. Para Colón, todo el Océano Pacífico era concebido como un golfo que se extendía entre India y China. En un mapa de 1506 se incluyó, al sur de China, una península de América del Sur (un error del cartógrafo veneciano), mientras que en el extremo izquierdo del mapamundi (al este) se delineaban los contornos de América del Norte y del Sur (descubiertos por los chinos antes que los europeos).

En segundo lugar, Portugal inició su expansión en el Atlántico Sur gracias a sus carabelas, llegando hasta el Cabo de Hornos en África y estableciendo colonias costeras y puertos de intercambio de mercancías, como Angola (desde 1482), Mozambique, Goa en la India, entre otros. En realidad, la función de Portugal era dominar la navegación y abastecer a Europa de productos orientales, como tejidos de seda, además de llevar a cabo un intercambio de armas y practicar el tráfico de esclavos. Pronto, el tráfico de esclavos se convirtió en la mercancía privilegiada.

En tercer lugar, podemos considerar la invasión de América Latina (desde el 1492), comenzando con la conquista de la América Hispana, desde México hasta el Rio de la Plata, incluyendo toda la América nuclear urbana, desde el norte de México hasta el río Maule de Chile. Este proceso duró aproximadamente 35 años. Se trataba de un vasto territorio con una gran cantidad de recursos nuevos con los que Europa podía contar: una inmensa extensión de tierras fértiles, mano de obra gratuita e innumerables riquezas. La conquista de estas nuevas tierras proporcionó a España una enorme ventaja comparativa sobre todos los reinos de Eurasia. Un ejemplo de esta ventaja fue la extracción de casi 20 mil toneladas de plata durante los siglos XVI y XVII de la mina de Potosí, en la actual Bolivia. La historia del colonialismo moderno comenzó en 1492, durante el reinado de Fernando de Aragón e Isabel de Castilla. Fue el sucesor de ambos, el Emperador Carlos V, quien dilapidó el botín en sus pretensiones imperiales europeas.

En cuarto lugar, se produjo la expansión holandesa. Las seis pequeñas repúblicas bajo el dominio de Ámsterdam, ubicadas en la desembocadura del río Rin, se emanciparon de España a mediados del siglo XVII (formalmente en la Paz de Westfalia en 1648). Antes de lograr esta independencia, establecieron puertos coloniales en Brasil (en disputa con los portugueses), Ghana, Namibia, Senegal, Sir Lanka, Indonesia, etcétera. Según Wallerstein, fueron los holandeses quienes iniciaron el colonialismo desde una praxis capitalista como un World System, principalmente desarrollado en el nivel del intercambio de mercancías. En principio, no se trataba de un proceso colonial cultural o religioso como el de España, sino más bien comercial y esclavista, propio de una concepción anterior a la Revolución Industrial.

En quinto lugar, destacan las ocupaciones francesas, que junto con las inglesas, fueron las más numerosas y de mayor envergadura. Napoleón intentó conquistar Egipto entre 1798 y 1801, pero resultó un fracaso a pesar de llevar una expedición de hasta 40 mil soldados. Los franceses realizaron importantes descubrimientos históricos, como la Piedra Rosetta, una estela con inscripciones en griego, demótico y jeroglíficos, que permitió el inicio de la interpretación del Egipto clásico. Además, extendieron su presencia en el Caribe, colonizando Santo Domingo (1623), Martinica, Guadalupe, Haití, entre otros lugares. En América, los franceses ocuparon territorios al norte del río San Lorenzo y dominaron durante un tiempo la llamada Luisiana, en el valle del río Mississippi-Missouri, hasta la ciudad de Nueva Orleans. Para mantenerse en esa región, establecieron un pacto con el pueblo iroqués. En Quebec, se originó más tarde la república de Canadá (cuya primera ocupación fue en 1608). En África, Argel fue ocupada en 1830, y a partir de allí se establecieron numerosas colonias como Argelia, Túnez, Marruecos, Senegal, Sudán, Guinea, Niger, Burkina, Benín, Mauritania, Camerún, entre otras. También ocuparon numerosas islas en el Atlántico norte. En Asia, los franceses llegaron a dominar una gran cantidad de colonias y obtuvieron concesiones en Shanghái (1849) y Cantón. En el Mediterráneo, expandieron su influencia en lugares como Líbano en 1923.

En sexto lugar, es importante destacar las conquistas coloniales de Gran Bretaña. Lo que en principio podría considerarse un aspecto negativo, ser una isla, se convirtió en una ventaja. Al estar rodeada por el océano, Gran Bretaña tuvo que fundar numerosas ciudades puertos y la navegación se convirtió en el único medio de comunicación con el continente europeo.[1] Además, debido a que el mundo colonial estaba organizado principalmente de manera marítima, Gran Bretaña históricamente desarrolló su armada, sobre todo después del fracaso de Felipe II con la Armada Invencible, la cual fue destruida por una tormenta en el Atlántico en 1588 mientras intentaba atacar a la reina Isabel I de Inglaterra. Fue a partir del siglo XVII que el imperio británico comenzó propiamente su organización. En este contexto, empresas privadas formadas por ciudadanos, en su mayoría comunidades protestantes y algunas reformistas, buscaron un nuevo mundo donde vivir su utopía. Así surgieron colonias como Terranova (1583), Carolina (1586), Virginia (1607), Massachussets (1629) y posteriormente el resto de las colonias de Nueva Inglaterra (nombrada así por el dominio previo de la Nueva Holanda, y donde la ciudad de Nueva Ámsterdam pasó a llamarse Nueva York). Es importante mencionar algunas de las colonias o dependencias británicas en el Sur Global, como África Occidental Británica (1786), Egipto (1801), Gambia (1816), Sierra Leona (1850), Níger (1885), Rodesia (1885) y muchas otras. En Asia, encontramos Ceilán (1795), el Raj británico de la India (que fue la colonia preferida del Imperio británico por varios motivos), Malasia, Singapur, Afganistán (1839) y Birmania (1824), entre otras. Además, existieron numerosas islas en el Atlántico, el Caribe y el Pacifico bajo dominio británico. La presencia del Imperio británico dejó una profunda huella colonial en todo el Sur Global.

Es importante recordar la Conferencia de Berlín (1884-1885), organizada por el rey de Bélgica bajo el auspicio del Canciller Otto von Bismarck y que estableció la división imperial de África. A partir de entonces, Bélgica ocupó el Congo (formalmente desde 1908), territorio que superaba en tamaño la propia metrópolis colonialista. También es importante mencionar los dominios de Ruanda-Urundi (1924), bajo el gobierno de Leopoldo II. Por su parte, Dinamarca, como una potencia cercana, tuvo el control de Groenlandia. Italia, hacia el final del período colonial en África, adquirió Eritrea (1884), Abisinia, Somalia y otros territorios.

En resumen, hemos intentado bosquejar resumidamente una serie de fechas que representan un primer contacto colonial, las guerras de conquista y la adquisición formal de colonias, dependencias y otras formas de dominación sufridas por los pueblos del Sur Global.

III.          Procesos de descolonización

En el presente apartado nos referiremos en primer lugar a la descolonización como proceso de emancipación ante la dominación imperial de los territorios. La descolonización de las colonias comenzó en América Latina y el Caribe a principios del siglo XIX y continuó en el resto del Sur Global desde finales del siglo XIX hasta mediados del siglo XX. Sin embargo, es importante resaltar que la dominación económica, política y cultural continuará bajo distintos tipos de opresión neocolonial en un nivel general, e ideológicamente como colonialismo eurocéntrico para garantizar la efectividad en la relación de dominación. Ahora, la dependencia económica adquirió un carácter capitalista, lo que implicó una extracción masiva de plusvalía en las excolonias más desarrolladas, principalmente por dos vertientes: en primer lugar, por medio de la esclavitud, que fue superada mediante diversas luchas; y en segundo lugar, mediante la competencia mercantil entre capitales; los capitales metropolitanos al tener mayor composición orgánica producen mercancías con menor precio, de manera que cuando compiten en el mercado extraen plusvalor de los capitales periféricos y al final terminan construyendo monopolios. Además de lo anterior las potencias europeas no dudaron en utilizar su poder militar en detrimento de las excolonias cuando lo consideraron necesario. No obstante, el medio más sutil utilizado en su dominación cultural fue el eurocentrismo neocolonial o epistemológico. Las élites o clases dominantes de las antiguas colonias adoptaron ese eurocentrismo para ejercer dominio sobre sus propios pueblos, mediante una interpretación distorsionada de la historia, la filosofía y las ciencias sociales.

  1. Las trece colonias británicas en América del Norte adquirieron un significado especial. Al no haber sido fundadas por el Estado inglés, sino por comunidades perseguidas en su patria, siempre mantuvieron cierto grado de autonomía. George Washington lideró la derrota de los británicos en Boston, donde tuvo lugar el saqueo de la ciudad en 1774, dos años después, en el Congreso de Filadelfia se aprueba la primera constitución, que servirá de modelo para muchas colonias que buscarán la emancipación, especialmente como repúblicas liberales y democráticas. La Unión Americana se inspiró en el modelo de la “unión” de las cinco tribus de los indígenas iroqueses cerca de los Grandes Lagos. Es importante destacar que Estados Unidos fue el único país que no experimentó una etapa neocolonial en la Edad moderna. Siguiendo el ejemplo de las islas británicas, pronto inició su Revolución Industrial. Además, tenía como objetivo la conquista de Luisiana y el dominio del Lejano Oeste. La industria se centró en la fabricación de trenes, rieles y armas (como el revolver), y junto a los rieles de los trenes, se expandió la propiedad privada en las fértiles llanuras. En este contexto, surgieron hábiles jinetes (los cowboys), quienes se inspiraron en las tradiciones de los pueblos indígenas originarios. Es interesante notar cómo se puede rastrear la influencia desde los vaqueros de México hasta los gauchos del Río de la Plata y los de la Extremadura española, siempre portando el revólver como su arma preferida.
  2. Haití logró su emancipación de Francia, que al mismo tiempo que proclamaba los Derechos humanos, no abolió el antiguo Código Negro (Code noir) que regulaba la esclavitud en el país americano. En 1804, Haití declaró su independiencia de Francia y en 1805, Dessaline estableció la primera Constitución, Toussaint Louverture fue el héroe de la lucha por la independencia de Haití y el líder del proceso revolucionario. Queremos destacar que Haití fue el primer país en alcanzar la independencia, antes que cualquier colonia hispanoamericana, sin embargo, el racismo hacia la isla terminó por aislarla de Latinoamérica.
  3. Podemos identificar cinco movimientos que sintetizan el proceso de descolonización de las colonias hispánicas y del Brasil entre 1808 y 1825. En primer lugar, un movimiento liderado por José de San Martín liberó Argentina, Chile, Perú y parte de Bolivia. El segundo fue encabezado por Simón Bolívar. El tercero fue el caso mexicano. El cuarto tuvo a Pedro I como fundador del Imperio de Brasil en 1821. Y el quinto movimiento abarcó las colonias del Caribe, que continuaron siendo colonias hasta 1898, como Cuba, Puerto Rico y Filipinas, las cuales quedaron bajo la dependencia de Estados Unidos. Cuba se emancipó posteriormente de Estados Unidos. La batalla de Ayacucho en 1825 marcó el evento final en el proceso de autodeterminación, aunque la región continuó sumida en el neocolonialismo presente hasta hoy, siendo considerada como el “patrio trasero” del país del norte. México es un ejemplo relevante de este proceso de descolonización en el continente. Bajo la presión del rey de España, los criollos se levantaron en 1810, pero fueron derrotados por las fuerzas españolas en México. Miguel Hidalgo formó otro ejército y proclamó la libertad de México, pero también fue derrotado y fusilado. Esto desató una guerra prolongada que finalmente llevó al nombramiento de Agustín de Iturbide como Emperador de México y de una parte de Centroamérica.
  4. Gran Bretaña y Francia no pudieron evitar la emancipación de sus colonias, las cuales eran tan numerosas que resulta imposible describir en detalle aquí cada uno de los procesos. Sin embargo, en general siguieron un patrón similar. Un gran número de colonias lograron su emancipación a principios del siglo XX, pero la descolonización masiva del sistema colonial tuvo lugar después del final de la Segunda Guerra Mundial en 1945. Aunque británicos y franceses formaban parte de los “Aliados” que triunfaron en la guerra, diez años después habían perdido su hegemonía mundial. Alemania emergió como la principal potencia europea y Japón como la principal potencia en Asia. Estados Unidos organizó geopolíticamente a ambos países para contener a Rusia y China, que en ese momento eran países comunistas y, por lo tanto, enemigos estratégicos de Estados Unidos. Este país no requería colonias tradicionales, sino una dependencia económica, militar, política, ideológica y cultural. Durante la guerra, había desarrollado la industria capitalista y la militar, así como una cultura que generaba un nuevo tipo de colonialismo o neocolonialismo que abarcaba todos los aspectos, incluyendo la estética de la moda y la pedagógica, además de otros elementos. Estados Unidos no necesitaba ya la ocupación territorial de colonias para seguir ejerciendo como imperio.
  5. Otras metrópolis europeas también tuvieron que enfrentar el proceso de descolonización después de 1945, entre ellas se encuentran Holanda, Bélgica y Dinamarca, que describiré brevemente. En el caso de Holanda, que tuvo numerosas colonias desde el siglo XVI, como Surinam (emancipada en 1975), en la actualidad ejerce dominio únicamente sobre unas pocas, como Aruba, entre otras. En cuanto a Bélgica, es importante resaltar la violencia ejercida sobre el pueblo congolés y el doloroso proceso de emancipación de Zaire, especialmente la inhumana muerte infligida a Patrice Lumumba por un movimiento político zaireño. Lumumba había liderado el proceso de liberación de Katanga en 1960, que precedió a la independencia total del Congo en 1971. Por su parte, Dinamarca, a pesar de haber sido también una potencia colonial, mantiene únicamente a Groenlandia como colonia en la actualidad.

De esta manera, hemos presentado algunos aspectos del proceso formal de descolonización como emancipación frente al colonialismo territorial. Sin embargo, es importante señalar que este proceso en realidad dio lugar al neocolonialismo, una forma clara de dominación por parte de las antiguas metrópolis u otras potencias, sin lograr una verdadera libertad y autodeterminación real. Algunos ejemplos de países que lograron una emancipación efectiva son Estados Unidos, India, Sudáfrica y Australia. Por otro lado, las excolonias de América Latina aún luchan por alcanzar una plena Segunda Emancipación. En Asia, el proceso está más avanzado debido a la menor influencia ideológico-cultural, ya que las ricas culturas y religiones de la región no fueron fácilmente asimiladas por los conquistadores y han mantenido una fuerte identidad cultural. En contraste, los países africanos se emanciparon durante el siglo XX, lo que resultó en la destrucción de las antiguas instituciones políticas y culturales sin una adecuada organización de las nuevas instituciones modernas.

IV.          Hacia un mundo transmoderno sin colonialidad: Una igualdad del bien comun

Algunos pueblos, como los latinoamericanos que fueron colonias de España y Portugal, pronto se volvieron dependientes de Gran Bretaña y Francia en los siglos XIX y XX, y posteriormente de Estados Unidos. A este fenómeno se le conoce como neocolonialismo. Hablar de una aceptación mundial de la soberanía igualitaria de todos los pueblos puede sonar similar al postulado de Kant sobre la Paz Perpetua. Pero constituye un horizonte de sentido que nos permite avanzar hacia la construcción de una realidad pluriversa más allá de la modernidad, se trata del Bien Común de la Humanidad: en donde el criterio sea producir, reproducir y desarrollar la felicidad comunitaria por encima de los intereses egoístas promovidos por la modernidad. Estamos conscientes de que al igual que cualquier postulado, es imposible lograr una realización empírica perfecta, pero la historia tiene sentido porque los pueblos en sus luchas por la liberación no dejan de aspirar a la creación del Reino de Dios en la Tierra.

 

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[1] Este tema ha sido ampliamente estudiado por Carl Schmitt.