La organización vence al tiempo. Propuesta del Papa Francisco frente a los nuevos colonialismos

La organización vence al tiempo. Propuesta del Papa Francisco frente a los nuevos colonialismos

En reiteradas oportunidades el Santo Padre ha mencionado la amenaza que representa para la Iglesia Católica el ‘indietrismo’. Quizás por eso, en el II Encuentro sinodal entre estudiantes universitarios y el Papa Francisco: Building Bridges Across Africa,[1] del 1 de noviembre de 2022, el primer Papa de las periferias geográficas y existenciales, poniendo la mirada en los nuevos colonialismos, dice a los jóvenes: ¡Adelante! Francisco lleva desde el continente latinoamericano al continente africano una propuesta: la organización política, y agrega un quinto principio a los cuatro ya mencionados en Evangelii Gaudium; dice que “la organización” vence al tiempo.

De ese modo, el Papa latinoamericano inicia un nuevo proceso eclesial en torno a un diálogo entre el Sur Global por la liberación política, económica y cultural de los pueblos periféricos que han sido, y siguen siendo, víctimas de prácticas colonialistas. No se trata de ayudar financiando programas, sino de integrar iniciando procesos puestos en agenda por los mismos actores de cada territorio.

Su Santidad comienza con una advertencia a los jóvenes: “tengan cuidado cuando alguien les dice al oído que ustedes son la novedad, no, ustedes son el paso adelante”. El vocablo ‘adelante, se repite 33 veces durante el encuentro. Eso significa ser apóstol: ir hacia adelante sin miedo. Ante las conmovedoras preguntas de los estudiantes, en defensa de una vida digna para los africanos, Francisco los anima a construir puentes yendo hacia adelante. Los mueve a resistir en la identidad católica, unidos y organizados, elaborando una doctrina política propia a partir de las raíces históricas de sus pueblos, sosteniendo que: “la organización vence al tiempo”.

Considerando a los jóvenes como los frutos de un árbol con raíces, les dice: “háganse cargo de la historia de sus pueblos”, “háganse cargo de ese señorío”, “misiónense a ustedes mismos”, porque “África no es para ser explotada. África no es para ser la figura de una subcultura”.

Ante la confusión expresada por los jóvenes católicos respecto a la multiplicidad de ofertas de espiritualidad y ministerios que les venden alternativas seductoras de salvación comunitaria, el Papa Francisco les aconseja estar atentos al “supermarket de la salvación”, a no dejarse aprisionar por la “sindicalización religiosa”. Por el contrario, les propone discernir desde el corazón, sin intermediarios, pensado que: “primero, yo pertenezco a mi patria, yo pertenezco a Dios, y después ver en qué grupo religioso estás”.

Estos jóvenes católicos, conmovidos por la crítica situación social africana, preguntan al Santo Padre qué hacer ante: la violencia a la mujer y a la tierra; el hambre; la pobreza; la semipermanencia de los refugiados; la migración económica por falta de trabajo digno; los fundamentalismos religiosos convertidos en violencia urbana; la injusticia ecológica; y el desempleo joven por falta de capacitación. Francisco, en concordancia con las últimas dos encíclicas sociales Laudato Si’ y Fratelli Tutti responde, respectivamente, desenmascarando las causas de la crisis socioambiental y proponiendo organización como la mejor política.

Francisco dice a los jóvenes que “el saqueo de los recursos es la causa de la tragedia de la migración africana”, porque “va empobreciendo lentamente a los pueblos (...) provocando el desplazamiento y la migración de los jóvenes (...) quienes se van a buscar trabajo en otro lado porque el país no se los da”. Acuerda con ellos en que se trata de una “migración económica (...), porque es el hambre lo que los lleva a migrar”.

Francisco pone en cuestión el eslogan “África es para ser explotada”, funcional a la construcción del sentido que sostiene culturalmente “una historia de colonización muy salvaje”. Señala que algunos países “quedan en relación de dependencia con el colonizador por las riquezas de bajo tierra”, porque “la independencia es total o no es”.

Según Francisco, “la pregunta sobre ‘dónde van nuestros recursos’ es una buena pregunta”, porque “hay un desequilibrio entre la producción y el usufructo de la producción”. Frente a eso, dice a los jóvenes que: “Construir puentes es el desafío, entre el norte y el sur, y a través del continente también. Construir puentes significa dar pasos adelante. La misión de los jóvenes es mirar siempre hacia adelante, hacia la equidad internacional”

En defensa de la vida toda, y ante la evidencia de muerte africana que representa el Mediterráneo como el cementerio más grande de Europa, Francisco les propone la mejor política: organización. Les dice: “No estén quietos, muévase. Evidentemente van a molestar, pero muévanse. Organícense y ayuden a los otros a organizarse. Si están solos, serán vencidos; si se organizan, van a luchar, muchos van a ser mártires, pero van a lograr algo. Sepan que la organización vence al tiempo, la organización va más allá del tiempo. Organícense, no jueguen como islas porque van a perder. Organizados van a sufrir, van a ser perseguidos, pero van a triunfar. Sigan adelante. Que lo que arriesguen ustedes dé frutos para la patria, para la juventud de África. Sigan adelante, los acompaño en esto, pero ayuden a organizarse, organícense.

Entonces, los estudiantes le preguntan: ¿Cómo nos anima a seguir trabajando para involucrarnos en la vida política de nuestro país para que la impregnemos de valores cristianos y de justicia social? Francisco responde: “Los jóvenes quieren estar incluidos en el proceso de crecimiento del país, del crecimiento de la patria. Un crecimiento que va a permitirles, no solo realizar preguntas sobre diversos temas, sino también explicitarse. Pienso que la no participación de los jóvenes es la muerte de un país. Los jóvenes tienen que acostumbrarse a participar socialmente, políticamente, religiosamente, culturalmente, intelectualmente. Ustedes no pueden esperar a mañana”.

El Papa les advierte que “van a cometer imprudencias, pero es propio de los jóvenes cometer imprudencias; así aprenden a ser prudentes. Pero si no se mueven, si no hacen nada, nunca van a ser imprudentes y nunca van a aprender a ser prudentes. ¡Anímense!” Francisco los escucha, discierne evangélicamente con ellos, reflexiona socialmente con ellos, y se pregunta: “¿No será que la situación social, económica, e incluso la situación cultural, les está creando a los jóvenes un complejo de inferioridad? Tengan cuidado, no se dejen apabullar por la inferioridad, por nada ni nadie”.

Los llama a “¡No dejarse esclavizar! A veces se pierde la vida luchando por estas cosas. ¡Cuántos mártires sociales hay! Incluso entre los jóvenes. Pienso en los países de América Latina, cuántos jóvenes han dejado la vida, luchando social y políticamente por su país. Pero se han transformado en semillas de inspiración para otros jóvenes que llevan adelante esa lucha. Por favor, no se dejen esclavizar”.

Les dice: “organícense bien, con cierta prudencia, sean vivos. No se dejen atrapar mal, pero luchen. Si no luchan los jóvenes: quién va a luchar? Es verdad que eso puede ser semilla de martirio, pero Dios nos da el coraje para eso. Anímense con prudencia. Háganse asesorar de personas sabias, de personas que puedan entender esto’.

Ante la preocupación de los jóvenes por el avance de los ataques fundamentalistas, el Papa les advierte que: “Ese bandolerismo terrorista, cuando crece, es un suicidio social”. Por eso mismo les dice que “ante esto, no pueden estar pasivos los jóvenes”. Les dice que la alternativa social es “resistencia, organización y doctrina política”, pero también les dice: “tengan cuidado, porque la acción política de los jóvenes no puede ser cualquier acción. Debe ser doctrina política. Fórmense en doctrina política real, concreta. Hacer política es una forma alta de la caridad porque va hacia el bien común”.

Francisco les cuenta que ve tantas veces “cómo los jóvenes hacen política, pero se equivocan, o peor aún, les tienden trampas para que se equivoquen”. Por eso les dice: “prepárense seriamente, con una sabia doctrina política”. Significa que “cada pueblo no puede copiar sin más los recursos de otro pueblo. Tiene que buscar su propio camino de superación y hacer una doctrina política que nazca del pueblo mismo, no impuesta, no que venga alguien a decirle lo que tiene que hacer, ya sea de derecha o de izquierda. No. Tienen ustedes mismo que marcar el propio camino”. Les dice que deben hacerlo “juntos y organizados”, y le marca los pasos a seguir: “resistencia, organización y doctrina política, con prudencia y con astucia; y también porque Dios los quiere, y Dios les va a dar fuerza para seguir adelante”.

Ir hacia adelante, juntos y organizados, supone educación de calidad. El Papa les habla de cómo la falta de capacitación profesional de los jóvenes “anula la dinámica de la juventud que es una de las armas del sometimiento”. Dice que “la promoción humana, en las escuelas y las universidades, tiene que seguir adelante pero en una línea liberadora, no en una línea de cooperación con los poderes de represión”. Les dice que: “las escuelas y las universidades tienen que ser libres, (...) para el pueblo, no para los sectores más sofisticados o más pudientes de una sociedad. (...) Se debe educar al pueblo todo entero, porque todos somos el pueblo en un país, somos los que crecemos y los que vamos hacia adelante”.

Finalmente, los estudiantes le preguntan: ¿Qué significa realmente ser un joven católico africano? Francisco responde: “hoy día se pone en cuestión cuál es la identidad”. Por eso les advierte: “Un joven que no se haga cargo de las raíces que recibió (...) no puede madurar”. Les dice que tienen que participar pero “sin convertirse en caudillos revolucionarios”, sino “en aquello que recibieron, es decir, en una riqueza cultural, política, patriótica y llevarla adelante”; y agrega que “tienen que luchar para que se los dejen hacer”. Les dice que el modo de caminar es: “unidos hacia atrás en las raíces, la historia y la tradición; y hacia adelante en la promesa política, en el trabajo y en la organización”.

El mensaje del Santo Padre, frente a la pregunta de la juventud por la identidad católica es claro: “¡Comprométanse! Un joven cristiano tiene la obligación de comprometerse, porque sino no es cristiano. Cuando Jesús dice cuál va a ser el protocolo en el cual vamos a ser juzgados, te da un montón de cosas que tienen que ver con el compromiso: ¿Tuve hambre y me diste de comer? ¿Tuve sed y me diste de beber? ¿Estuve enfermo y me visitaste? ¿Estuve en la cárcel y me viniste a ver? ¿Luchaste por la justicia? Ese es el punto: es un compromiso. Hoy día ser cristiano es comprometerse. Ustedes tienen que luchar contra toda esa estructura que les impide comprometerse”.

Como teóloga latinoamericana, y actualmente como secretaria de la Curia Romana al servicio del Santo Padre para el “cuidado de la vida y el desarrollo” de las Iglesias particulares de América Latina – según la nueva Constitución de la Curia Romana Praedicate Evangelium art 111 – no puedo más que replicar las palabras del actual magisterio pontificio. El presente resumen de lo dicho por Francisco en África es magisterial y al mismo tiempo profético. En el siglo XXI una voz se alza en el corazón de Europa, como eco de un continente también explotado, reavivando la esperanza política de otros continentes, que tiene entre los católicos el dinamo potencial de la virtud teologal de la esperanza.

 

[1] Cf. Pan-African Catholic Theology and Pastoral Network.